La reforma protestante del siglo XVI tuvo varios detonantes, sin embargo, el principal de ellos fue la conciencia de aquellos hombres que conocemos como pre-reformadores y reformadores, anclada a la verdad. Un proceso lógico se dio en su mente: La ortodoxia, llevándoles a la ortopraxis. La honestidad de su corazón al encontrarse con la verdad fue más grande que el hecho de estar en paz con el clero romano, que ya por siglos venía caminando en una alfombra manchada de sangre, corrupción y pecado.
Es coherente pensar que aunque pueden existir muchas diferencias entre la cosmovisión de los reformadores y el de las iglesias de hoy en día llamadas reformadas, las bases de su pensamiento se formaron partiendo de principios de interpretación del texto bíblico que aunque no eran del todo tan desarrollados como los que se llegaron formarse en épocas posteriores, fueron lo suficientemente fuertes como para general un movimiento que creara el segundo cisma más representativo en la historia de la iglesia, después del cisma entre la iglesia de Roma en occidente y la iglesia ortodoxa en oriente.
Aquellos principios a los que se adhirieron contempla 3 aspectos fundamentales: la historia, la gramática y la teología aplicativa.
Durante cada siglo y época de la historia de la iglesia, se han aplicado diferentes principios hermenéuticos, los cuales, en buena medida, son las bases del pensamiento teológico de cada lugar y momento de la historia.
La aplicación de los principios descubiertos y adoptados en cada época por aquellos que en virtud de su oficio, posición o llamado deben de interpretar el texto ya sea para enseñarlo o para simplemente obedecerlo, han influido e impactado grandemente en el pensamiento colectivo de las personas que han conocido sus interpretaciones del texto sagrado. Lamentablemente, a pesar de las intenciones que fueron buenas, se sentó un precedente interpretativo que hasta el día de hoy repercute en aquellos que toman el texto para torcerlo según sus intereses personales, obteniendo de esa práctica solamente oscuridad e ignorancia, lo cual nos debe de llevar a pensar en la urgencia de aplicar principios hermenéuticos sólidos que permitan comprender qué dijo el autor a la audiencia y cómo aplicarlo a su vida.
En lo que atañe a este breve ensayo, vamos a identificar y plantear cómo se desarrolló la hermenéutica en el periodo de La Reforma Protestante del siglo XVI, utilizando a un representante del o los principios que aplicó para interpretar el texto sagrado.
- Erasmo de Rotterdam. (1466-1536)
1.1 Aunque Erasmo, nunca se unió directamente al movimiento de la reforma, se puede decir que sentó las bases de esta, al realizar la traducción latina del nuevo testamento griego, misma que más tarde Lutero utilizara para realizar su traducción al alemán. Posteriormente publicó “Anotaciones” y “Paráfrasis de los evangelios”, dichas obras fueron producidas sobre la base de la comprensión histórica y la gramática, luego aplicaban el texto a la doctrina y la vida diaria.
Erasmo cumplió los dos objetivos de la hermenéutica:
- Primero, descubrir el significado de un texto para los primeros lectores.
- Segundo, aplicar el texto a nosotros hoy.
En el siglo XVI muchos decían que Erasmo puso el huevo de la Reforma y que Lutero la sacó del cascarón[1].
- Martín Lutero (1483-1546). [2]
- Aspectos espirituales.
Lutero manifestaba que la fe y la iluminación espiritual eran requisitos previos para un intérprete de la Biblia. Aseguraba que la Biblia debía verse de modo totalmente distinto a como vemos las demás producciones literarias.
- Aspectos eclesiásticos.
Para Lutero, la iglesia no debía determinar lo que enseñan las Escrituras, sino mas bien, son las Escrituras las que determinan lo que enseña la iglesia. Hizo hincapié en la perspicuidad de las escrituras, dando a entender que la Biblia es un libro básicamente claro, es decir alcanzable para todo aquel que quiera comprenderla, anulando la idea de Roma, de que estas solo se pueden interpretar mediante la iglesia.
- Métodología.
Lutero rechazó el método alegórico de interpretación y lo llamó “basura, escoria y trapos obsoletos”, según su comprensión, la apropiada forma de interpretar las Escrituras era por medio de un método más literal, que abarque las condiciones históricas, gramaticales y contextuales.
- Logros de su metodología.
Sostenía que todo el Antiguo y el Nuevo Testamento señalaban hacia Cristo. Ese principio de organización, que en realidad llegó a ser un principio hermenéutico, hizo que Lutero viera a Cristo en muchos lugares (como algunos salmos que él designó como mesiánicos) donde más tarde los intérpretes no hallaron referencias cristológicas. Ya sea que estemos de acuerdo o no con todas las designaciones de Lutero, su principio cristológico lo capacitó para mostrar la unidad de las Escrituras sin recurrir a interpretaciones místicas del texto del Antiguo Testamento.
Uno de los grandes principios hermenéuticos de Lutero afirmaba que debía distinguirse cuidadosamente entre la ley y el evangelio. Para Lutero, la ley se refiere a Dios en su ira, su juicio y su odio al pecado; el evangelio se refiere a Dios en su gracia, su amor y su salvación. Creía en mantener una cuidadosa distinción entre la Ley y el Evangelio.
Melanchton, el compañero de Lutero en cuestiones de exégesis, continuó con la aplicación de los principios hermenéuticos de Lutero en su propia exposición del texto bíblico, sustentando y aumentando el impulsó de la obra de Lutero.
- Juan Calvino (1509-1564)[3]
Considerado por muchos como el principal exegeta de la reforma, quien de forma general estaba de acuerdo con Lutero en los principios que este aplicaba para interpretar el texto bíblico.
- Aspectos Espirituales.
Calvino pensaba que, sin la iluminación espiritual, era imposible interpretar la Biblia, además que la interpretación alegórica era una artimaña de satanás para ocultar el sentido de las Escrituras.
- Metodología.
«La Escritura interpreta a la Escritura» era una frase favorita de Calvino, que aludía a la importancia que él daba al estudio del contexto, la gramática, las palabras y los pasajes paralelos en vez de imponer al texto el sentido del intérprete. En una declaración famosa él afirmó que «la primera tarea de un intérprete es dejar que el autor diga lo que quiere decir, en vez de atribuirle lo que pensamos que debió decir.» Es probable que Calvino sobrepasara a Lutero en armonizar su práctica exegética con su teoría. Él no compartía la opinión de Lutero de que Cristo se halla en todas partes de las Escrituras (por ejemplo, difería de Lutero en cuanto al número de salmos mesiánicos).
A pesar de algunas diferencias, los principios hermenéuticos expresados por esos reformadores habrían de convertirse en los más grandes principios rectores para la moderna interpretación protestante ortodoxa.
Conclusiones
El desarrollo de la historia de la hermenéutica y la exégesis bíblica, está envuelto en altos y bajos, desatinos y principios bien logrados, lo cual es natural en hombres caídos, con errores y en ocasiones desenfocados, pero en todo este devenir, es muy perceptible la benevolencia de Dios, dirigiendo a su remanente fiel y guiando a hombres que por la iluminación del Espíritu Santo fueron movidos hacia una interpretación correcta de las Sagradas Escrituras.
La sensatez y sabiduría de aquellos hombres, les llevó a negar principios erróneos de sus predecesores, tales como la famosa cuadriga o sentido cuádruple de las Escrituras, de Agustín de Hipona, que involucraba: Sentido analógico, moral, literal y alegórico[4].
Aquella idea errónea de la edad media, fue abolida de forma contundente por los reformadores, quienes por una magnífica sensatez, vieron que lo correcto era apegarse a principios que buscaran la comprensión contextual que involucra, la historia y la gramática, tomando en cuenta el desarrollo teológico alcanzado por algunos concilios que buscaban defender la fe una vez dada a los santos.
El establecimiento de esta forma de interpretar, fue un valioso aporte de la reforma, para la Iglesia Universal, trajo consigo un despertar por ir al texto y descubrir lo que Dios ha hablado en otros tiempos y que debemos conocer en los postreros tiempos en que vivimos. Este legado se ve representado en la serie de eventos que se dieron posteriormente a la reforma, de manera especial en el confesionalismo y más tarde en los aportes magistrales de los Puritanos, Presbiterianos y Bautistas, quienes han logrado los aportes más valiosos para los cristianos en materia de Teología y además de darle al cristianismo una connotación de fe racional, la cual estaba olvidada y les llevó aún a fundar universidades, llegando a pensar que la teología era la madre de todas las ciencias.
A la iglesia contemporánea, le queda el camino abierto, donde ya otros entregaron su vida por amor a Cristo y a su verdad, ellos rescataron el principio de la Sola Scriptura, del cual deriva toda nuestra fe, pero si no se interpreta esta Escritura de forma correcta, entonces los resultados desastrosos no se hacen esperar, tal como ha sucedido en los tiempos modernos, en donde la Bibia, en algunos lugares solo es un comodín para decir cualquier cosa, menos lo que el texto dice.
Los reformadores devolvieron el principio hermenéutico que el texto solo tiene un solo significado, aunque múltiples aplicaciones, dicho principio es ampliamente conocido entre los expositores fieles de la Palabra de Dios, derivando en la predicación expositiva, aquella que tiene por objetivo principal exponer el texto, descubrir lo que Dios dice a su audiencia original y traer hacia este tiempo una aplicación fiel que capacite a los hijos de Dios para la obra del ministerio.
Finalmente es importante recalcar, la providencia de Dios en preservar su Palabra y proveer a hombres que fueran fieles a la verdad para dar un legado a su Iglesia.
[1] Quentin McGhee y el Carl Gibbs, Principios generales para Interpretar la Escritura (Missouri, 2012), 44.
[2] Henry A. Virkler. Hermenéutica, Principios y procedimientos de interpretación (Deerfield, Florida,1994),56.
[3] Henry A. Virkler. Hermenéutica, Principios y procedimientos de interpretación (Deerfield, Florida,1994),57.
[4] L. Berkhof, Principios de Interpretación Bíblica (Grand Rapids, Michigan 2005), 22.